Vivimos tiempos de cambio constante, especialmente en el ámbito tecnológico. Parece fácil afirmar que la economía mundial se encuentra en su etapa más digital y eficiente, y que los equipos actuales son los más productivos. Sin embargo, las tasas de crecimiento de productividad por hora trabajada registradas en las últimas décadas en Europa, sugieren lo contrario.
Las explicaciones al fenómeno son muchas y variadas. Abarcan desde una caída de la inversión y la globalización, al aumento de las concentraciones del mercado, que dificultan la innovación. Sin embargo, el factor clave que afecta a la productividad laboral directamente bajo el modelo neoclásico de crecimiento económico es el capital humano, que a su vez se ve afectado por factores como la estructura demográfica, la educación y el clima empresarial.
En este contexto, el envejecimiento a menudo se asocia con un crecimiento más lento de la productividad. El argumento es que, a medida que aumenta la prosperidad, las personas estamos menos interesadas en asumir riesgos. Este creciente miedo al riesgo, podría frenar el cambio y la innovación. Sin embargo, el envejecimiento en sí mismo no es un factor determinante del capital humano. Lo que importa es la estructura de edad de la fuerza laboral. Si los diferentes grupos de edades difieren en su productividad, los cambios en la distribución por edades de la fuerza laboral de un país afectarán a la producción media por trabajador.
El mercado laboral de Estados Unidos es un ejemplo de ello: el envejecimiento de la prole del baby boom, cuyo año pico de nacimiento se remonta a 1948, definió el desarrollo del crecimiento de la productividad. A medida que los baby boomers empezaron a ingresar al mercado laboral en los años setenta, aumentó la proporción de empleados de 20 a 29 años y, al mismo tiempo, disminuyó la proporción de trabajadores de 40 a 49 años, y se produjo una clara caída de la productividad. Este cambio representó una disminución estimada de 1,6pp del crecimiento de la productividad entre 1970 y 1980 (Feyrer 2002). Pero a partir de 1980, a medida que los baby boomers empezaron a llegar a los cuarenta años, el crecimiento de la productividad aumentó. A la vuelta del milenio, estaban en su apogeo productivo. Los trabajadores más productivos e innovadores de Estados Unidos, parecen ser los que tienen entre 40 y 49 años. El innovador promedio, por ejemplo, tiene 47 años. Además, la mayoría de las patentes están registradas por trabajadores de entre 40 y 49 años, y este rango de edad también muestra la mejor adaptabilidad a las nuevas tecnologías dentro de la fuerza laboral total (Klein 2019).
Pero… ¿esta relación estrecha entre la estructura de edad de la fuerza laboral y el crecimiento de la productividad, también aplica a los países europeos? ¿Los millennials restaurarán la productividad laboral de Europa y asegurarán la prosperidad? Según el último informe de Euler Hermes sobre edad y productividad, el crecimiento de la productividad laboral se ha desacelerado en casi todos los países europeos en las dos últimas décadas. Sí que existe una clara división Este-Oeste en términos de niveles de crecimiento. En Europa del Este, el crecimiento de la productividad ha sido elevado en todos los países, especialmente en los estados bálticos y Rumanía, donde la tasa de crecimiento promedio superó el +4%. Solo Croacia y Hungría se quedaron un poco atrás, pero todavía estaban muy por delante de los países de Europa occidental. Después del fin del comunismo, la reintegración de estos mercados en las cadenas de valor europeas implicó enormes flujos de inversiones y un impacto tecnológico positivo. Incluso si solo se toman en cuenta los últimos diez años, la mayoría de los países de Europa del Este aún cuentan con un mayor crecimiento de la productividad que los occidentales, aunque las diferencias se han reducido. El único país de Europa occidental con un crecimiento de productividad comparativamente alto es Irlanda, que se ha beneficiado de su papel como destino de inversión preferido para las empresas tecnológicas estadounidenses.
En general, las diferencias entre los países de Europa occidental son pequeñas y no alteran el veredicto: el crecimiento de la productividad en la zona es decepcionante. Para Europa en su conjunto, el modelo de Euler Hermes arrojó resultados estadísticamente significativos: una mayor proporción de trabajadores en sus 30 y en sus 40 años aumenta el crecimiento de la productividad en 16pp y 17pp, respectivamente, si aislamos el efecto del envejecimiento. Por supuesto, las rutas de productividad difieren de una industria a otra y de un perfil de trabajo a otro.
Según el estudio, las evoluciones demográficas previstas por los países europeos son tan diversas como su PIB, cultura e idiomas. Los desarrollos demográficos de los 27 países europeos examinados son demasiado variados para permitir una predicción general del crecimiento de la productividad en Europa. No obstante, están surgiendo algunos patrones.
Vientos de cola en el norte
Los países con una demografía de impacto positivo se pueden encontrar en el norte del continente. Alemania, por ejemplo, es uno de los que experimentan un mayor crecimiento esperado de la productividad en la próxima década, debido a la creciente proporción de trabajadores de entre 30 y 49 años. La inminente jubilación de los baby boomers dejará espacio para los millennials, que restaurarán el crecimiento de la productividad de Alemania. Se esperan efectos positivos iguales en Dinamarca, Bélgica, Países Bajos, Reino Unido, Austria y los países de la península escandinava, ya que muestran tendencias demográficas similares: una proporción cada vez mayor de trabajadores de entre 30 y 49 años. El dividendo, sin embargo, solo dura hasta mediados de la década de 2030. En la segunda mitad del período de pronóstico, hasta 2050, la mayoría de los países se encontrarán con una proporción decreciente de trabajadores en su edad más productiva y, por lo tanto, podrían enfrentarse nuevamente a una disminución en el crecimiento de la productividad. Francia, también, se puede contar como miembro del club del norte, aunque enfrentará algunos obstáculos demográficos hasta 2025.
Vientos en contra en el este y el sur
Por otro lado, el auge de la productividad en Europa del Este podría llegar a su fin: la mayoría de los países en el Este enfrentarán dificultades económicas en los próximos años. Después de un breve período de gracia, que durará hasta 2025, la proporción de trabajadores de 30 a 49 años disminuirá considerablemente, lo que privará a estos países de una fuente principal para el crecimiento de la productividad. Los mismos vientos en contra también afectarán a Irlanda, el único país de Europa occidental con alto crecimiento de productividad en el pasado. El sur de Europa también muestra tendencias demográficas pronunciadas, lo que dificultará el crecimiento de la productividad en los próximos años. Italia, España, Portugal y Grecia tendrán que esperar hasta la década de 2030 para que la demografía empiece a apoyar el crecimiento de la productividad.