Desde los Juegos Olímpicos de Pekín, pasando por los cómics, y la World Wildlife Fund (WWF), los osos panda son conocidos por ser el símbolo de China y el animal más tranquilo de la tierra, si tiene bambú a mano.
En la década de 1970, regalos de pandas gigantes para zoológicos estadounidenses y japoneses formaron una parte importante de la diplomacia de la República Popular China (RPC). Esta práctica se ha denominado «diplomacia del panda». Cuarenta años después, China es reconocida por mucho más que por los osos panda, siendo la segunda economía más grande solo por detrás de Estados Unidos.
Cuarenta años después, parece que el Presidente Trump ha decidido lanzar la “diplomacia del elefante en cacharrería”. Desde la campaña electoral hasta sus últimos anuncios, China ha sido, según las encuestas, el objetivo número uno de las políticas de America First. Todo el mundo mira con asombro los desafíos y la volatilidad que suponen la amenaza del proteccionismo. ¿Podría este juego en el que todos pierden poner en peligro la historia de éxito económico de China?
En la edición de junio de The View, tratamos de revelar cómo China ha cambiado, y más importante aún, cómo de rápido se sigue transformando. En los últimos diez años, Xi Jinping y Li Keqiang han tenido éxito en la transición de China desde una economía impulsada por las inversiones y las exportaciones a una superpotencia impulsada por los consumidores, con una rápida industrialización y un giro hacia los servicios. En segundo lugar, China continúa sorprendiendo al resto del mundo con la formulación de políticas innovadoras, alineando los incentivos de los sectores público y privado para la estabilidad y el crecimiento a largo plazo. Soluciones rápidas y las peores prácticas internacionales no son bienvenidas. Si tuviera que señalar tres súper políticas, mencionaría la liberalización financiera rápida, combinada con la contención de los riesgos de crédito a través de políticas macro prudenciales; la iniciativa Cinturón y Ruta de la Seda, que creará oportunidades de poder blando sin precedentes; y políticas fascinantes de innovación e industriales integradas en China 2025, que ya dio vida al famoso BATX (Baidu, Alibaba, Tencent y Xiaomi, el acrónimo de los GAFA chinos). Es importante señalar que esta política de innovación se produjo a expensas de numerosas empresas estatales zombie que se desplomaron en los últimos años.
Las fortalezas de China no la hacen menos vulnerable a una guerra comercial. La reciente depreciación del renminbi frente al dólar – supuestamente positiva para la competitividad china – hace que sea difícil para las autoridades chinas el confiar en los ahorros privados para financiar el crecimiento nacional y en el extranjero. También reduce la rentabilidad y los ingresos disponibles. Además, el riesgo de crédito, aunque se ha reducido, sigue siendo alto en China. Las autoridades necesitan más tiempo para desinflar la burbuja inmobiliaria, aumentar la educación financiera, impulsar la gobernanza y la regulación, y desarrollar redes de seguridad.
Sin embargo, las represalias no pueden ser descartadas. «Ojo por ojo» dice la Ley de Talión. Pero los déficits comerciales bilaterales limitados mantenidos con EE.UU. requieren imaginación para ser igualados. Desde un tiempo más largo para pasar la aduana, a hacerse el fuerte para que los inversores internacionales repatrien sus dividendos (especialmente en servicios financieros), o apelar al patriotismo económico para frenar mercados enteros, la caja de herramientas que China tiene para hacer mella en el comercio mundial, el crecimiento y la liquidez no debe subestimarse.
¿Cómo es de mono un panda gigante? Tranquilo, despreocupado, estólido… ¿Ha visto Kung Fu Panda de DreamWorks? Solo, no golpee al oso panda.