Pasan los días y no termina de recibir el ingreso de esa factura que emitió hace ya más de dos meses. Le dijeron que pagaban a 60 días. Ahora se plantea si llamar o no llamar para reclamarla. Da un margen de 75 días, que es precisamente el tiempo medio que tardan las empresas españolas en pagar a sus proveedores (la ley fija 30 días para la Administración y 60 para empresas privadas). Pero van pasando las semanas, y nada. Esto de tener que perseguir al cliente para que a uno le paguen un trabajo que entregó hace tiempo, es un mal trago.
Se disculpan con usted y le dicen que están renovando la plataforma para tramitar las facturas y que han surgido demoras, pero le aseguran que en una semana la cobra. De nuevo, pasan los días, y nada. Vuelve a llamar, esta vez con una mezcla de preocupación y enfado. A estas alturas es probable que haya tenido que adelantar el IVA de esa factura y si, para más inri, es del principal cliente, el retraso puede afectar gravemente a sus cuentas. Y en estos casos, según qué cantidad, recurrir a la Justicia no es su mejor opción, dada su lentitud y el riesgo de sufrir represalias del cliente. Se asume el agujero, el que puede, y listo.
Con estos mimbres, más vale prevenir que curar. Hay acciones preventivas para que uno no se vea en esta tediosa y angustiosa situación. A saber:
- Internet. Con la infoxicación que ya tenemos, gracias a Don Google, es básico empezar por aquí. Si el cliente no es de fiar, en este buscador podremos encontrar rastro de su perfil moroso. En caso de no haber comentarios negativos al respecto, no está de más comprobar las calificaciones que asignan los usuarios. Esas estrellas en Amazon o likes en Facebook, convertidos en símbolos de reputación y credibilidad de una pyme o autónomo. Por supuesto, es obvio que visitaremos y escrutaremos la web corporativa del cliente.
- Plazos de pago. Aunque de un tiempo a esta parte, el plazo medio de pago a proveedores ha mejorado, como hemos visto, éste sigue superando lo fijado por la Ley contra la Morosidad. Así pues, es importante conocer los plazos de pago para no encontrarse con problemas de liquidez.
- Ficheros de morosos. Si el cliente tiene alguna deuda pendiente, estará fichado en alguno de los listados de morosos por excelencia (Asnef, RAI, Badescug, FIS…). Ahora bien, a menos que estemos asociados a los mismos y tengamos la autorización del proveedor, no podremos indagar sobre su historial deudor.
- Registro Mercantil. Cualquier ciudadano, previo pago, puede consultar información mercantil sobre una empresa. Sin embargo, si la sociedad en cuestión no cotiza en Bolsa es muy posible que los datos publicados no estén actualizados.
- Encargar informes adhoc. Este trabajo de documentación, que uno puede hacer por su cuenta con mayor o menor acierto, se puede externalizar a empresas que viven de elaborar informes económicos de terceros. Además del ahorro en tiempo y recursos, el valor añadido que ofrecen es el uso de herramientas propias que monitorizan el perfil moroso del cliente.
- Seguros de crédito. Son entidades que ofrecen un servicio más completo que el de los anteriores. Además de analizar las cuentas y elaborar informes, incluso a nivel internacional, donde se clasifica a las empresas en función de su solvencia, realizan los servicios de recobro en caso de impago. De no tener éxito, se indemniza al cliente, según la póliza contratada.
Desgraciadamente, el ejemplo expuesto al principio de este post, no es una invención. Es el día a día de cualquier autónomo y pyme. El 98% de las empresas tiene retrasos en el cobro de sus facturas y los impagos son una de las principales causas del cierre de negocios. Así que conviene ser prudentes y tomar las medidas necesarias para, cuando menos, no tener problemas de tesorería.