El asesinato del general iraní Qassem Soleimani en un ataque aéreo estadounidense el pasado 3 de enero podría cambiar las reglas del juego y dar al traste con la estabilidad en Oriente Medio. Ahora, una escalada del conflicto entre EE. UU. e Irán parece ya irreversible, como lo demuestra el lanzamiento de misiles balísticos por parte de Irán contra las tropas estadounidenses el 8 de enero, con tres consecuencias principales que serán visibles en 2020:

(i) Es probable que la política exterior estadounidense continúe desentendiéndose de su papel como importante proveedor de bienes públicos mundiales (de seguridad) mientras recurre a la política exterior (comercio y geopolítica) como contrafuego para defender los asuntos internos (como el «impeachment»).

ii) Es probable que la confrontación entre Irán y EE. UU. se intensifique en los próximos meses, con más escaramuzas letales. Sin embargo, lo más plausible es que se mantenga controlada, aunque el riesgo de una guerra abierta entre los dos bandos ciertamente ha aumentado y no debe obviarse a la hora de hacer negocios en la región. En cualquier caso, la ya elevada inestabilidad regional en Oriente Medio se ha intensificado.

(iii) Las crecientes tensiones añadirán una prima al precio del petróleo este año y elevarán la volatilidad; nuestro modelo sugiere una revisión al alza del escenario central de precios del crudo de 62 USD el barril a 66 USD de media en 2020.