El recobro de deudas es una acción esencial para mantener unas cuentas sanas. Más aún en un contexto como el actual en el que, aunque parece que el panorama mundial se estabiliza, continúa habiendo importantes focos de incertidumbre.
La dotación de provisiones por impagados es una práctica habitual en las empresas, que podría ser innecesaria si se cuenta con un buen apoyo en las labores de recobro. La reducción de margen comercial que produce la falta de cobro, debería compensar la contratación de ayuda profesional. No es lo mismo que la reclamación sea emprendida por el personal de la empresa que por un abogado profesional que reúna los tres aspectos más relevantes para recobrar una factura: tener conocimientos de derecho, nociones financieras y aplicar mucha psicología al asunto.
El tema se pone todavía más difícil cuando el impago que queremos recuperar se produce fuera de nuestras fronteras. El desconocimiento de la legislación y los procesos judiciales y de insolvencia locales, puede tener consecuencias funestas para su cuenta de resultados.
Nuestro Índice de Dificultad de Recobro, basado en los últimos datos de Euler Hermes, sitúa la complejidad media para recobrar en el mundo en la posición 51, en una escala de 0 a 100, desde el mínimo nivel de dificultad (Suecia), al más alto (Arabia Saudí).
El índice solo es “favorable” en menos de tres de cada diez países, la mayoría de ellos situados en Europa Occidental, a excepción de Nueva Zelanda. Suecia y Alemania son los mejores de la clase. Por el contrario, hay nueve mercados con un nivel “difícil” (la mayoría en Asia, aunque también en Europa –Rumanía, Italia y Grecia-).
La cuota de países con un nivel “muy difícil” excede el 50% en Latinoamérica, África, Europa del Este e incluso Norteamérica.
Si exporta y no ha recibido el correspondiente pago, consulte la clasificación de países por su Índice de Dificultad de Recobro, y no se olvide de contactar con un experto.